A mi me da lo mismo

Entre una serie de acontecimientos que pertenecen a nuestra vida privada y a nuestras vergüenzas públicas, a las mujeres nos cuesta admitir dos cosas:
a) Que miramos a otras minas.
b) Que miramos porno.

Somos pacatas y tenemos la capacidad de mirar de reojo con muy poco disimulo un buen culo pero que nadie piense que lo hacemos por el simple hecho de que un buen culo es totalmente mirable y admirable. Porque SI.
Andamos con los ojitos inquietos y haciendo cometarios sobre la marca del jean que tiene la portadora del culo, o si las botas son Sarkany, o preguntando a nuestras compañeras de ágape que shampoo usará ese culo. Digo... esa chica.
Un culo es un culo. Si es lindo es mejor. Un buen tetor sigue el mismo camino, miramos y emitimos opiniones seguidas de un mohín absurdo de fruncido de nariz “si... pero las tiene operadas”… que importa si están operadas? Tiene lindas tetas!! Se las operaron bien y se compró un par de tetas que yo se las envidio! Tiene unas tetas totalmente sobables. Punto.

Respecto del porno pasa algo parecido. En cuanto el bichi de turno nos ofrece ver una peliculita, o una revistita o mirar alguna fotito en la net se nos salen los ojos como si nos hubieran metido una cucharada de wasabi de golpe en el morro.
Emitimos ruidos que marcan un momento complicado en el transitar por la toma de una opinión/decisión, tratamos de demostrar indiferencia hacia algo que es sabido que despierta la curiosidad de cualquiera y al final emitimos un estúpido “si vos querés… a mi me da lo mismo”.

NO SEÑORA NOO!!! A los hombres les gusta el porno, no serán Rocco Sifreddi (gracias a Dios y por el bien de nuestras asentaderas en algunos casos) pero les gusta pensar que ese señor musculoso y bien dotado puede ser él. Acaso nunca lo vio parándose derechito de perfil frente al espejo del baño mirándose sus genitales como preguntándole al reflejo “¿Espejito espejito... quién tiene más grande el pito? (complete el cuadro con la visión de las medias mojadas por pisar el charquito que dejó al bañarse y que quedará eternamente allí hasta que USTED lo seque).

Particularmente tengo cierta debilidad por el porno doblado al español bien castizo Y OLÉÉ!! No es que las chicas y los chicos sean más lindos, o con mejor tetor, o con atributos especiales que las pelis alemanas, inglesas, asiáticas, rusas, checoslovacas o kapurtalesas. Es que me gusta mucho el idioma. Polla. Chuchu. Coño. Que me corro, que me corro tía! Frases del estilo me gusta tu cuñu puludu… hála tía...a ti te apeteze mi poia... ashi ashi...ahh ahh me encantan y soy capaz de repetirlas hasta el hartazgo.

Me gusta mirar porno de a dos porque hay lindas tetas, piernas bien torneadas y chicos que se nota que comieron sanito y le dieron al nestum de chiquitos. Me gusta mirar porno de a dos porque se generan situaciones que ayudan a que la vida sexual sea sana y divertida. Y no hablo de colgarse de la ducha (eso no me salió nunca y tengo vértigo), hablo de poder mostrarnos tal cual somos en un momento en que no debe haber pruritos ni pacaterías.

El cuerpo y las fantasías es lo único totalmente nuestro, lo más privado que poseemos. ¿Cómo no los vamos a compartir con el bichi olvidándonos del resto del mundo y de lo que opinen afuera porque el porno está tildado de pecaminoso, perversión y/o onanismo?

Desmitifiquemos: A los hombres les gusta mirar mujeres. A las mujeres también. A los hombres les gusta el porno. A las mujeres también.

Pero hay una pregunta a la que le sigo buscando respuesta: ¿Por qué los soquetitos de puntillas?