jueves, 21 de febrero de 2008

Magia de la Naturaleza

Cuando improvisé mis vacaciones (no quiero decir organizar... habráse viso semejante pretensión) lo único que sabía era que quería dos parcitos de cosas:

1.- Estar tranquila.
2.- Estar mucho más tranquila todavía.
3.- Reirme mucho. Me lo merezco al menos una vez al año.
4.- Vivir cosas nuevas. Probar cosas nuevas. Bah... escaparle a la rutina que le dicen. Con decirles que casi me le animo al buceo. Pero me acobardó el silencio bajo el agua. A mi me gusta que me contesten cuando hablo.

Y ahí me fuí - de un día para el otro - con una valija de 18 kilos a la ida, con la mochila vacía adentro y 24 kilos a la vuelta con la mochila al hombro rellena con unos 8 kilos más.

Me fuí al sur. A mi bendito sur, a la Patagonia que me vió crecer, a las retamas chispeantes, a los caminos de tierra y ripio, a dormir la siesta acomodando el upite sobre la piedras calientes de las playas de canto rodado, a comer chocolates artesanales, a disfrutar cafecitos con una barrita de algo dulce, a pasear por los bosques llenos de gnomos, a subir montañas, a sufrir el vértigo de los precipicios, a ver los arrayanes en flor, a disfrutar de los mil colores del agua pura de los lagos, a pensar que llegar a la cima del Cerro López en chancletas es como tocar el cielo con la punta del sombrero. A Bariloche y a Neuquén.

Caminando con los danettes en la mochila por el sendero lindero al Lago Gutiérrez rumbo a la Cascada de los Duendes me trepé en patas al Árbol de Moebius (le pusimos así ... no se si tiene nombre) loca de alegría como la nena grande que tengo en el alma demanda. Me tiré a tomar sol frente a Puerto Pañuelo y contemplar el magnífico Llao Llao; metí las patas en el agua de cuanto arroyo de deshielo se me cruzara, corrí a refugiarme en la confitería del hotel de Bahía López porque el viento me hacía caminar encorvada y descubrí - con un brillo en los ojos que rozó lo libidinoso - una mesa con tortas que disfruté golosamente con un aromático té de frutos rojos.

Moqueé en la Capilla de San Eduardo en cuyo altar se lucen frescos de Soldi. Me sigo emocionando con la simpleza de la Fé. Caminé entre las naves de la Catedral de Bariloche admirando los magníficos vitraux que dejan filtrar los mil colores de los que se compone la esperanza.

Me reí. Mucho. Me disfracé de Pochaontas de la Tercera Edad improvisando un peinado decente antiviento con mis trencitas. Tomé por asalto el día de una amigota, la rapté hasta las 4 de la mañana frente a una cerveza y una cena con mil confesiones, compartí charlas de vino tinto y risas en el deck cagada de frío pero con el alma calentita, amasé fideos, disfruté de los pic-nics enfriando los alfajores derretidos en el lago marcándolos con un palito para que no se los llevaran las olitas, me llené los ojos de atardeceres tardíos - 10 de la noche - en Playa Bonita, me subí a un catamarán evitando pensar en los más de 500 metros de profundidad del Nahuel Huapi bajo mis pies, vi crecer el perejil silvestre en medio de la cordillera, me confundí una planta hermosa con la cannabis y la guía me miró con picardía (a mi edad parece que no te dicen que NO... sólo se te cagan de risa), me quise hacer la Mirta Legrand y casi me caigo de culo cuando me enteré de los precios del spa más top de la zona. Me metí en el Farmacity mas cercano y me compré una piedra pómez divina.

Me subí 88 escalones para llegar a la parada del bondi, los que me parecieron moco de pavo comparados con los 850 la senda a la Cascada de los Cántaros; me sentí cerquita del cielo y una mierdita de cosa cuando vi la grandeza del Cerro Tronador. Dios me regaló un día de sol en la el Lago Frías en plena Selva Valdiviana de Puerto Blest, donde llueven 300 de los 365 días del año. Lugar mágico donde crecen frambuesas amarillas hiperdulces que todos pensaron que estaban inmaduras y con cara de yo-no-fui me dediqué a juntar y meter en el sombrero feliz de la vida para luego comerlas a escondidas en el viaje de vuelta.

Descubrí que el atardecer en la Laguna El Trébol puede ser mágico si se tiene un rico mate en la mochila, silencio en los labios y mucho que decir en la mirada.

Hoy me descubro sonriendo y pensando en el Gordo (le dicen Rubio o Ruso, pero para mi es el Gordo) que me recibía en el hostel listo para jugar a los mordiscones y empujones. Me mordía yo se lo devolvía, un día me atoré mal con los pelos (los de él). Al gordo lo extraño. Mucho. Es mi amigo nuevo. Un domingo me tiré a dormir la siesta post asadazo reglamentaria en el trébol y al solcito tibio. Se me vino quedito al lado. Me puso el hocico húmedo en el cogote, me pasó la pata por el brazo simulando un abrazo y así nos quedamos un ratazo. Después me enteré de que le afanó un bife de la parrilla a unos turistas y se lo manducó de un sólo bocado; cuando me fui le dieron la pelota que yo le quería regalar y no me dejaron porque dijeron que iba a hacer quilombo. Pero se la masticó íntegra y ahora sigue jugando con piñas.


¿Ud viene? Somos dos.

Decidí poner a prueba mis pantorrilas y pulmones y quise subir al refugio del Cerro López. A las 9 AM estabamos rumbo a Colonia Suiza buscando la picada - así se llama el sendero ascendente - más desesperadamente que Madonna a Susan. Me enculé feo en el medio de la nada porque yo quería ir por un camino y mi compañero por otro. Digamos que para ser las 11 de la mañana nos encontrábamos en un lugar bastante poco transitado.
Con ademanes bien italianos grité:

- AHHH NO!! Así no!! yo me subo a un auto y ME VOY!
- Gabriela, dónde va? Venga quiere? No hay nadie
.

Cuando me di vuelta JUSTO venia el único auto en 8 km a la redonda. Lo pare como a un taxi y me subí esbozando una risa grandota producto del capricho satisfecho

En el camino encontramos un árbol de cerezas salvajes y cuando estabamos en plena cosecha pasó otro auto que nos dejó en la base del cerro. ¡Arranqué con unas ganas! Hasta que me di cuenta de que lo que yo pensaba que eran árboles en realidad eran las copas de los que venían desde abajo por el precipicio al que yo no me pude ni asomar. Sólo atiné a meterme lo más atrás que pude bajo una piedra grandota - como pidiéndole asilo político - y cuando me sugirieron cruzarlo mirando para el otro lado por el caminito finiiiiiiiiiito entre pucheros, llena de mocos, culpa y frustración sólo pude balbucear ¡Ni en pedo! !El culo al precipicio no se lo doy... me desbalanceo seguro y PUM para abajo! !Quiero bajar YA! ¿Por qué carajos no me fui al spa de 3 palos verdes? !Para sufrir tengo la vida! !El único López que me cae bien es el Cabernet Sauvignon! ¡¡YO ME QUEDO ACA!!

Recuperé el color de mis soleadas mejillas cuando llegué al Arroyo López y sentí nuevamente el agua fresca bajo mis pies. Bajamos por ahí jugando entre las piedras con una sola condición: no valía pisar Zona Seca. Cuando llegamos abajo nos dimos cuenta de que fue lo más divertido de todo el día y casi que volvemos a subir sólo para poder volver a jugar en el agua helada.

Ya siguiendo para otros rumbos me encontré con familia. La mesa larga, los chicos y los grandes hablando todos juntos, conocí a la hija nueva de una de mis primas, compartí charlas a corazón abierto con mis tías, otra prima me recibió con la flamante noticia tomada ese día de que ¡SE CASA! Compartimos diseños de vestidos de novia, ramos, tocados y peinados. Ilusión pura que le dicen las abuelas.

Me encontré con un amigazo al que adoro profundamente; me hizo comer keppy crudo y platos varios en un restó árabe compartiendo sobre todo la charla distendida y un buen vino. Te vi bien. Me vine contenta. Te quiero desde el alma Rodrigo. Me tenés que contar que es ese anillo.

Casi pierdo el avión de vuelta por quedarme disfrutando hasta un poquito más de lo debido de la Ruta del Vino y de las bodegas neuquinas de El Chañar. Me hice una panzada de ensaladas calientes, trucha, un postre denominado Sopa de Lavada que es un ricor y libé vinos rosados y champagnes.


Buenos Aires me recibió con un eclipse total de una luna gorda como un queso. Seguramente en Playa Bonita se vió reflejado en el lago.

4 la espiaron:

AU.- dijo...

Qué grandeeee!!!! Bunísimas vacaciones!!!! ;o)

Gabriela dijo...

Pericotes!!!!!!!!
Gracias por empujarme a estas vacaciones, realmente fueron fantásticas.

El oso por suerte no apareció :P

Stella dijo...

Excelente descripción de lo que se puede hacer con onda en Bariloche.
Te voy a proponer en la Dirección de Turismo como Turista de Honor.
Esperaba tus cuentitos y como siempre no tienen desperdicio...
Me alegro que lo hayas pasado lindo. Un beso. Copita

Gabriela dijo...

Copita!! gracias corazón!!
Me divertí como loca.. y creo que se nota en mi cara de GARFIELD en las 250 fotos que saqué.
Ando con ganas de volver el año que viene. Veremos que nos depara el destino, pero realmente es hermoso.